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“CRÓNICA DE UNA AMBICIÓN DESMEDIDA: LOS PETISTAS Y SU LABERINTO QUINTANARROENSE”

Por Joaquín Quiroz.

En la jungla política quintanarroense, el Partido del Trabajo (PT) se ha convertido en la tierra de nadie, un verdadero safari de personajes que creen que un soplo de viento favorable fue lo que los erigió en líderes de algo más que una fila en la panadería. 

Con la 4T y MORENA como el nuevo sol bajo el cual todos quieren broncearse, vemos a estos ‘Petistas’ de ocasión tratando de colarse en la foto, como si la cámara política les hubiese echado un guiño.

Hablemos de los artistas del escapismo político, aquellos que encontraron las puertas cerradas en el PRIAN y no les alcanzó la estatura para subirse al ring de MORENA, así que pusieron sus miradas en el PT, porque, al parecer, en el Verde, la luz estaba apagada para ellos. 

Ahora, con sus playeras y gorras de la 4T mal estampadas, juran ser los próximos titulares de la lucha, aunque su peso no califica ni para una pelea de exhibición.

En el circo político de Quintana Roo, algunos ya desfilaron con sus trajes de lona, creyendo que las estrellas del espectáculo eran ellos. Dirigidos por Patricia Casados, que, ¡oh sorpresa!, fue despedida de su papel estelar en el PT por no saber que en este teatro la directora es otra y las líneas se escriben en otro lado.

Y mientras algunos lloran la pérdida de su ‘lideresa’, haciendo pucheros frente al todopoderoso Alberto Anaya, lider nacional del PT buscando una reincorporación que tiene menos posibilidad que un elefante en una tienda de porcelana, parece que no entienden que en este juego de ajedrez político, ellos no son más que peones olvidados en el tablero.

En fin, serán las golondrinas las que les canten, porque en el PT, al parecer, la primavera ya pasó para estos personajes que no captan que en la política, como en la música, a veces solo se tiene un hit y luego, a cambiar de estación.

“Ahí los tienen, nuestros valientes Petistas de ocasión, tratando de encajar en el rompecabezas político con piezas de otro juego. Se han lanzado a la piscina sin agua creyendo que pueden nadar, cuando en realidad solo chapotean en el lodo de sus propias ambiciones.

Bajo el disfraz de la 4T, estos personajes parecen más perdidos que la decencia en campaña electoral, buscando un lugar en las boletas como quien busca un oasis en el desierto. Pero el espejismo es cruel, y el poder no es una piñata que espera ser golpeada por palos inexpertos.

Patricia Casados, destituida de su trono de papel maché, ahora es más un recuerdo que una influencia, un eco que se desvanece en el vacío de la política real. Parece que algunos no entienden que las coronas en la política son prestadas, no prometidas, y mucho menos eternas.

Y en el colmo del desatino, los petistas desplazados peregrinaron hasta la capital, buscando consuelo y compasión donde solo hay agendas y estrategias. Pero la política es un juego de ajedrez, no un concurso de simpatías, y el ‘no’ que recibieron fue más contundente que la puerta de un búnker en tiempos de guerra.

Así, con el PT en Quintana Roo convertido en un campo de batalla de egos y delirios de grandeza, la fiesta parece haber terminado antes de comenzar. Los susodichos, con más ganas que méritos, no se dan cuenta de que la música ha cesado y que la silla presidencial no está destinada a quien llega primero, sino a quien realmente sabe bailar al ritmo de la 4T.

Mientras siguen sin entender que no entienden y sin saber que no saben, los políticos de pacotilla seguirán intentando pintar un mural de victoria en las paredes de su caverna, sin darse cuenta de que afuera, el mundo real sigue girando, impasible a sus ilusiones y caprichos.

“BANQUETE DE PRETENSIONES: LA COMEDIA POLÍTICA DE TULUM”

En Tulum, el teatro político está abierto y la comedia es tan predecible que ya ni siquiera necesitamos leer el programa para saber quién olvidará sus líneas. Los buitres se reúnen, no en un velorio, sino en un festín, desayunando sobre las expectativas de un pueblo que ya ha aprendido a digerir las promesas como si fueran cereales sin leche.

Aquí está Jorge Portilla, que más que candidato parece coleccionista de derrotas, un Quijote sin Sancho ni molinos, solo con una gorra del PT que ya ha pasado de moda. Se postula con la persistencia de un vendedor rechazado, sin entender que las urnas no son máquinas tragamonedas que eventualmente deben dar premio.

Víctor Mas, por su parte, se revuelca en la ironía de su propia tragedia política, enfrentándose al espejo de su adversario y encontrando su propia imagen desfigurada. La política no tiene memoria, es cierto, pero parece que algunos políticos también han olvidado mirar el calendario.

Y ahí en la sombra, Romualda Dzul e Ileana Canul, interpretando a las viudas de la política con más entusiasmo que una protagonista en telenovela. Pero, ¿quién les dirá que el poder no se hereda con el apellido, ni se absorbe por osmosis de un luto no compartido?

El poder no se contagia, damas y caballeros, no es un resfriado ni se regala en roscas de reyes. Se gana, se trabaja, se construye; no se posa en la cabeza como una corona de papel en una fiesta de disfraces.

Y mientras Tulum aún secaba sus lágrimas por la partida de Marciano Dzul, estos oportunistas ya estaban midiendo el trono con su metro de ambición, incapaces de esperar a que el eco del adiós dejara de resonar.

Pero ah, no se confundan, el legado de Marciano no está servido en este desayuno de carroñeros. Está en las manos de su hija, la diputada Silvia Dzul, que ve este circo con la distancia que da la dignidad y la decencia.

Mientras tanto, Diego Castañón, el actual alcalde, se sienta en la oficina principal del ayuntamiento con la serenidad de quien sabe que la confianza no se gana en un desayuno, sino en la gestión diaria. 

La gobernadora Mara Lezama no se anda con juegos de mesa, su ajedrez es de verdad, y las piezas se mueven con la gracia de la competencia, no con la torpeza del capricho, sus mesas son de trabajo y de respaldo a quien respeta sea la jefa política como se vio en las gráficas compartidas por la mandataria acompañada en sus oficinas por Diego Castañón.

Así que, queridos buitres de la política tulumnense, pueden seguir con sus desayunos y sus fotografías, mientras la verdadera política se cocina en otro lado, con ingredientes de trabajo y resultados, no con las migajas de un poder que nunca fue suyo.

En Tulum, la última palabra la tiene el pueblo, ese público que ya está cansado de aplaudir a malos actores en una obra que por fortuna cambió de reparto, y claro queda que el espaldarazo y respaldo político no es para los ambiciosos desayunadores, sino para quien está en funciones y que tiene el respaldo para ir por más.

Y recuerden… Esto es Sólo para Informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, Twitter, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten nos leemos pronto Dios mediante pero que sea Xlalibre 

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