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Roberto Palazuelos, de “Diamante Negro” a piedra en el zapato político

*Mientras el dúo de Eugenio Segura y Anahí González se perfila como una fuerza imparable, Palazuelos parece más enfocado en una campaña de popularidad que en una de propuestas y soluciones reales

*La situación de Maritza Deyanira Basurto, la ahora exdiputada de Movimiento Ciudadano, acusando a José Luis Pech Várguez de violencia política en razón de género, es el último capítulo de esta novela

Por Joaquín Quiroz

La carrera hacia el Senado se tiñe de un surrealismo propio de la política mexicana, donde el espectáculo y el drama nunca están en falta. En este peculiar teatro, Roberto Palazuelos, autodenominado “Diamante Negro”, intenta sin éxito traducir su fama de la pantalla chica y las revistas de sociales en capital político. No obstante, parece que el único papel que le queda es el de un personaje secundario en la gran obra de la elección.

El caso de Palazuelos es un estudio fascinante sobre las ilusiones de grandeza y las realidades del terreno político. ¿Quién le habrá vendido la idea de que su tránsito de actor de reparto a figura estelar de la política sería un camino dorado? Claro, su nombre resuena en los corrillos de la fama, pero no precisamente por atributos que se traduzcan en liderazgo efectivo o en un servicio genuino al pueblo.

Se le recuerda, sí, por sus días de gloria en la televisión de las décadas de 1980 y 1990, sus batallas personales, su riqueza heredada, y su cercanía con íconos como Luis Miguel. Pero su incursión en la hotelería en Tulum, lejos de añadirle laureles, no presenta un legado de contribuciones significativas a la comunidad. No se le conoce por gestos altruistas o acciones transformadoras, lo cual lo sitúa a años luz de otros empresarios que sí han sabido conjugar el éxito comercial con la responsabilidad social.

El afán de Palazuelos por capturar la atención mediante poses, selfies y críticas sin fundamento a todo lo que se mueve, resalta una desconexión no sólo con la realidad política, sino también con las necesidades de la gente. Ser figura pública no es sinónimo de ser figura política, menos aún cuando el servicio al pueblo se mide en acciones concretas y no en apariciones en revistas.

En este escenario, hasta candidaturas que podrían considerarse menos favorecidas, como la de Mayuli Martínez Simón, podrían superarlo, relegándolo a un distante tercer lugar. Y mientras el dúo de Eugenio Segura y Anahí González se perfila como una fuerza imparable, Palazuelos parece más enfocado en una campaña de popularidad que en una de propuestas y soluciones reales.

El día de las elecciones se acerca, y si algo queda claro es que el voto no se conquista con carisma vacío o con recuerdos de fama pasajera. 

La política, a diferencia de los realities y las telenovelas, demanda sustancia, compromiso y una verdadera conexión con las necesidades de la gente. Palazuelos, en su búsqueda de un nuevo tipo de protagonismo, podría encontrar que en el teatro político, los papeles principales requieren de mucho más que simplemente saber posar para la cámara.

Feminismo de conveniencia: política del oportunismo en Movimiento Ciudadano

En el efervescente y a menudo teatral escenario político mexicano, se dibuja una vez más la fina línea entre el compromiso genuino con las causas sociales y la conveniencia política. La ironía se sirve en bandeja de plata cuando se trata de la manipulación del feminismo por parte de aquellos que, en teoría, deberían ser sus abanderados. 

La situación de Maritza Deyanira Basurto, la ahora exdiputada de Movimiento Ciudadano, acusando a José Luis Pech Várguez de violencia política en razón de género, es el último capítulo de esta novela que mezcla el descaro político con una supuesta lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres.

En un giro que sorprende a pocos, pero indigna a muchos, observamos cómo el fervor feminista de algunas militantes de Movimiento Ciudadano parece evaporarse cuando hay un cargo político en juego. 

Aquellos gritos de batalla, aquellas pancartas que demandaban igualdad, respeto y justicia, parecen doblarse y guardar silencio ante la posibilidad de obtener un hueso, un beneficio político. ¿Es este el verdadero rostro del feminismo en el ámbito político, o más bien una distorsión oportunista de una causa legítima? 

La falta de apoyo y solidaridad hacia Basurto por parte de sus supuestas aliadas feministas no sólo es reveladora, sino también profundamente decepcionante. En este juego de tronos al estilo mexicano, la sororidad parece ser tan sólo una moneda de cambio, valiosa en discursos y redes sociales, pero sorprendentemente ausente cuando se trata de defender a una de las suyas en un contexto de violencia política de género.

Este episodio no es más que un reflejo de una realidad más amplia y compleja, en la que el feminismo es invocado como estandarte cuando conviene a los intereses personales o partidistas, pero es rápidamente relegado a un segundo plano cuando entra en conflicto con las ambiciones políticas. En este escenario, el falso feminismo se convierte en una herramienta más de la maquinaria política, despojado de su esencia y convertido en un accesorio desechable.

Que nadie se engañe, la verdadera lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres es incómoda, exigente y, a menudo, incompatible con las prácticas clientelistas y oportunistas de la política tradicional. Mientras algunos se disfrazan con la capa de la justicia social, son las acciones, y no las palabras, las que verdaderamente definen el compromiso con el feminismo y cualquier otra causa legítima.

Así, mientras el reloj electoral continúa su marcha inexorable, es imperativo mantener una mirada crítica y exigente sobre aquellos que pretenden liderar bajo la bandera de causas nobles. La integridad y la coherencia son indispensables en la verdadera lucha por la igualdad, y cualquier desviación de estos principios debe ser reconocida, cuestionada y, en última instancia, rechazada por quienes realmente creen en el cambio social.

Curva peligrosa…

La llegada del gas natural a Quintana Roo y, en particular, a joyas turísticas como Cancún y Playa del Carmen, son un parteaguas de desarrollo y modernización de la región. Este avance promete ser el preludio de una era de prosperidad, sostenibilidad y eficiencia energética, despertando júbilo entre residentes, empresarios y ecologistas por igual.

La transición hacia el gas natural no es sólo una cuestión de mejora en la infraestructura energética; es una apuesta firme hacia un futuro más verde y económicamente viable. Para el turismo, motor económico de Quintana Roo, significa la posibilidad de ofrecer servicios más limpios y sostenibles, reduciendo la huella de carbono y alineándose con las exigencias globales de conservación ambiental.

Los beneficios se extienden a todos los sectores: desde la industria hotelera hasta el comercio local, pasando por las viviendas de miles de ciudadanos. La eficiencia y el costo reducido del gas natural frente a otros combustibles se traducen en un ahorro significativo y en una disminución del impacto ambiental, haciendo de Cancún y Playa del Carmen ejemplos de cómo los destinos turísticos pueden crecer en armonía con el planeta.

Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.

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