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Jorge Sanen: el incansable arquitecto de la unidad en Morena

* Sanen emerge como un unificador, un raro alquimista político que busca consolidar y no fragmentar

*Todos los que están en campaña parecen convencidos de que ganarán, impulsados por una ambición que les hace actuar de maneras poco naturales

Por Joaquín Quiroz Cervantes

En el tablero de la política mexicana, donde las figuras emergen y se diluyen con la velocidad de un clic, Jorge Sanen se distingue como un bastión de tenacidad y compromiso. Apegado a la filosofía de las “3 S”: suela, sudor y saliva, Sanen no sólo acompaña, también fortalece a cada uno de los candidatos de Morena a lo largo y ancho de Quintana Roo.

Un auténtico marista de hueso colorado, Jorge Sanen es la encarnación de la dedicación partidista. Su presencia es palpable en su territorio natural y en cada rincón del estado, extendiendo su apoyo sin recaer en la comodidad de una zona de confort. Esta estrategia, además de amplificar su influencia, solidifica la estructura partidista a nivel local y regional.

Su labor va más allá del mero acompañamiento, es un constructor de consenso, un dinamizador de la base partidista que labora incansablemente por dar a conocer y cimentar el proyecto de la 4T y, específicamente, la candidatura de Claudia Sheinbaum. En un ambiente frecuentemente fracturado por ambiciones personales y divisiones internas, Sanen emerge como un unificador, un raro alquimista político que busca consolidar y no fragmentar.

Esta habilidad para tejer unidad y cohesión dentro de Morena es precisamente lo que lo hace indispensable. En un partido joven, donde las luchas internas podrían fácilmente minar su integridad estructural, figuras como Sanen son vitales. Su encomienda es clara: asegurar el triunfo electoral en Quintana Roo para Morena, una tarea que aborda sin excusas ni pretextos, verdaderamente jugándosela en cada frente posible.

No es de extrañar, entonces, que su incansable dedicación y resultados palpables le hayan valido el primer lugar en la lista plurinominal del partido en el estado. Un reconocimiento no sólo a su labor, sino también a su capacidad de desquitarse de la confianza depositada en él, actuando siempre con una mezcla de humildad y estrategia efectiva.

Jorge Sanen no es un político del montón, es un estratega de la unidad, un operador político que sabe que las victorias duraderas se construyen sobre el cimiento de la colaboración y el respeto mutuo. En tiempos donde la división es la moneda corriente, él apuesta por la inclusión y la coherencia partidaria.

Mientras Morena continúa navegando por las aguas a veces turbulentas de la política mexicana, personajes como Jorge Sanen son los que aseguran que el barco se mantenga a flote y avance firme hacia un puerto de victoria y unidad. Con líderes como él al timón, el futuro de Morena en Quintana Roo parece prometedor y asegurado. Su trayectoria y compromiso son un claro recordatorio de que, en política, la perseverancia y la cohesión interna no son solo deseables, sino esenciales.

Una mirada irónica a la primera semana de campañas estatales

¡Qué tiempos aquellos en los que las campañas políticas eran maratones y no sprints! Parece que fue ayer cuando los candidatos recorrían el país con una energía incansable, sin quejarse del sol inclemente o la fatiga. Hoy, sin embargo, tras apenas una semana de campaña, muchos parecen estar ya agotados.

¿Será acaso que estamos ante la primera generación de campañas de cristal? Días cuando, armados hasta los dientes con redes sociales, nuestros políticos pierden fuelle mucho antes de la recta final.

No hay duda de que la congruencia es un bien escaso en el mercado político. Todos los partidos exhiben una notoria decadencia en este rubro. Candidatos que, en su día criticaron con vehemencia los errores del gobierno, ahora, cuando les toca mostrar su valía, optan por el silencio o la amnesia.

Aquellos fallos que en su momento no vieron, o peor, ignoraron, hoy son los pilares de sus fervientes críticas. ¿Consistencia? Esa se quedó en el ciclo electoral pasado.

Además, no faltan los que, como dobermans amnésicos, reniegan de su propia historia política. Basta una simple búsqueda en Google para encontrarlos en fotos y videos, abrazando aquellas ideologías y personajes que ahora pretenden aborrecer.

Hoy, hacen un llamado al reseteo político, pero las evidencias digitales son tenaces, y las redes no olvidan.

Por otra parte, tenemos a los votantes, esos campeones de las redes sociales que se lanzan al debate con la vehemencia de un Juan Escutia digital, defendiendo a capa y espada proyectos y partidos que, francamente, ni saben de su existencia.

Un fervor desmedido por figuras políticas que probablemente no podrían reconocerlos ni en foto.

La polarización es el pan nuestro de cada día en este banquete electoral. Los candidatos, especialmente las candidatas a la presidencia, se dividen entre adoraciones fervientes y aversiones profundas.

El afecto o desprecio hacia el presidente López y su administración parece ser la única escala de valor; el gris no está de moda este año.

Destacamos, por su mera trivialidad, al candidato naranja, cuya contribución más significativa a la política ha sido, lamentablemente, una canción pegajosa. Es un triste reflejo de nuestra cultura política que el único elemento memorable de una campaña sea su jingle.

Y luego están aquí, en nuestro Quintana Roo, esos que, cuando ostentaban un cargo público, eran figuras inalcanzables, ensimismadas en el Olimpo burocrático. Hoy, en cambio, buscan desesperadamente la cercanía con el pueblo; pretenden ser del pueblo y para el pueblo, pero su disimulo es tan pobre que resulta casi cómico.

Transformados de la noche a la mañana, ahora son los amigables, los accesibles, en un cambio tan abrupto que roza lo caricaturesco.

Así, todos los que están en campaña parecen convencidos de que ganarán, impulsados por una ambición que les hace actuar de maneras poco naturales: asoleándose más de la cuenta, ingiriendo fritangas en cada esquina, bailando en cada mitin y abrazando a cada transeúnte, como si en su rutina diaria practicaran estas mismas efusiones con sus propias familias, cosa que dudamos profundamente.

En esta carrera por la santidad política, donde cada candidato parece competir por un halo más brillante que el de sus contrincantes, nos encontramos ante un espectáculo que mezcla la perfección con la perfidia.

Hablan y actúan como si fueran seres exentos de toda falla, pero detrás de esas máscaras no hay santos, sino meros mortales muy lejos de la perfección.

¿Será esta la campaña del desencanto o simplemente otra temporada de nuestra telenovela política favorita? Mientras los candidatos se pintan de colores vivos en busca del voto, los ciudadanos miran entre divertidos y escépticos, preguntándose si alguno realmente romperá el molde o si, al final del día, todos cantarán al unísono la misma vieja canción pegajosa del olvido.

Irónico, ¿no creen? Pero, después de todo, ¿qué sería de la política sin un poco de drama y comedia a partes iguales?

Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.

Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo

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