*Ahora que el dinero se fiscaliza y el gobierno federal acabó con los fideicomisos opacos, se desgarra las vestiduras clamando transparencia. Ironías de la vida
Por Joaquín Quiroz Cervantes
Huele a hipocresía rancia en la Riviera Maya, específicamente en Tulum. Mientras la gobernadora Mara Lezama despliega barreras marinas, enlistando once barcos de la Marina y 22 lanchas para frenar la marea café que acecha nuestras playas, un viejo conocido se sube al ladrillo y se marea.
Se llama David Ortíz Mena y presume mil disfraces: empresario cuando conviene, ambientalista de selfie, panista encubierto, “cuatroteísta” de ocasión, socio de Carlos Joaquín y comparsa de Jorge Portilla. Cualquier uniforme ideológico le queda, siempre que venga con fuero, fideicomiso o franquicia de poder.
Esta semana amaneció “opinólogo” con megáfono propio y dicta cátedra sobre sargazo y Visitax. Curioso: cuando la bolsa común era un club de Toby que repartía cheques a hoteleros VIP, nunca lo vimos protestar. Ahora que el dinero se fiscaliza y el gobierno federal acabó con los fideicomisos opacos, se desgarra las vestiduras clamando transparencia. Ironías de la vida.
Ortíz Mena rasga el aire por el Visitax “espanta turistas”. Cierto, la comunicación oficial ha sido un desastre y reina la confusión sobre códigos QR y amenazas migratorias. Pero el señor omite un detallito: la recaudación –mal que le pese– ya no va directo a clubes de playa privatizados, sino a infraestructura que él jamás financió. Pide abolirlo sin ofrecer alternativa, salvo su viejo anhelo: que el estado le vuelva a subsidiar el negocio.
Con el sargazo repite la fórmula: inventar otro fideicomiso ciudadano para administrar recursos con eficiencia. Traducción simultánea: volver al cajón sin fondo donde unos cuantos ponían la mano y nadie rendía cuentas. El mismo libreto que permitió cercar accesos públicos y vendernos la playa a precio de coctel.
Mientras tanto, el gobierno ya hizo lo que él propone: barreras a seis millas mar adentro, centros de transferencia y sitios de disposición vigilados, conversión del alga en composta y biogás mediante convenios con la UNAM y la iniciativa privada.
Pero claro, que lo haga el estado no suma reflectores al ego del “ajonjolí de todos lo moles”, como lo es este sujeto, así que toca descalificar.
El problema no es cambiar de camiseta –la política es dinámica–, sino carecer de espina dorsal. Hoy arrulla al empresariado con discursos de libre mercado; mañana, aplaude programas sociales cuando la 4T reparte reflectores, y pasado mañana, coquetea con movimientos verdes y naranjas mientras esconde los resortes que rasgan manglar.
Ese zig-zag revela la peor plaga de la política local: la simulación. Personajes que confunden gobernar con monetizar, opinar con facturar y sumar voluntades con pasar la charola.
En 2025, nos toca la temporada de sargazo más dura en tres años y ya se han recolectado más de diez mil toneladas antes de julio. Ahí están las cifras y los barcos, no la selfie. Quien quiera ayudar que se arremangue, pague su parte y trabaje hombro con hombro. Quien prefiera vivir de la queja, que al menos tenga la decencia de declararse opositor frontal y no aliado crítico mercenario.
Porque, estimado David, no se puede ser borracho y cantinero a la vez, o se ficha, o se sirve, pero cobrar por los dos lados ya no está en el menú de la nueva gobernanza. A otro perro con ese hueso.
Curva peligrosa…
La llegada del gas natural a Quintana Roo de la mano de la empresa Mi Gas Natural representa un parteaguas para el desarrollo energético y económico del estado. Este proyecto no solo moderniza la infraestructura con una fuente de combustible más limpia, segura y eficiente, sino que también abre nuevas oportunidades de empleo para la población local, generando plazas en construcción, operación, mantenimiento y logística.
Además, Mi Gas Natural ha iniciado desde ahora un proceso activo de socialización del proyecto, con encuentros informativos, consultas públicas y espacios de diálogo con autoridades y comunidades, asegurando que esta transición energética se construya de manera incluyente y participativa.
El gas natural traerá consigo importantes beneficios ambientales y económicos: reducción de emisiones contaminantes, disminución en los costos de energía para hogares, comercios e industrias, y un paso firme hacia un modelo de desarrollo más sustentable. Quintana Roo se coloca así en la ruta de una transformación energética que suma a su competitividad y calidad de vida.
Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, López, el Covid19, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
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