Por Joaquín Quiroz
Tulum, ese paraíso de arenas blancas y mar turquesa, cumplió apenas 17 años de vida como municipio y, sin embargo, ha sobrevivido a tempestades que no provienen del clima ni de la geografía, sino de los mezquinos intereses políticos y empresariales que lo han querido convertir en botín.
La ironía es brutal: lo que debía ser un motor turístico y un orgullo nacional, fue presa de ambiciones desmedidas, saqueos disfrazados de proyectos, y de personajes que confundieron sus negocios privados con la administración pública.
En este joven municipio, nombres como Roberto Palazuelos, Jorge Portilla y David Ortiz pasaron a la arena política con la idea de venderse como salvadores, cuando en realidad coleccionaron fracasos y decepciones.
La historia reciente también carga con la pesada losa del exgobernador Carlos Joaquín y su camarilla, quienes vieron en Tulum la caja chica para sus negocios y despojos. La rapacidad se vistió de gobierno y convirtió a la joya del Caribe en rehén de la corrupción, donde Víctor Mas fue colocado como edil para dar continuidad al saqueo.
Por si fuera poco, la ambición no se quedó en Quintana Roo: trascendió hasta nombres como Adán Augusto López, quien desde la Secretaría de Gobernación y bajo el amparo de su íntimo amigo Carlos Joaquín, se benefició de esa vorágine de tierras y negocios sucios.
En paralelo, la delincuencia organizada encontró en Tulum el caldo de cultivo perfecto. Lo que antes era un rincón pacífico, en el sexenio anterior se infestó de inseguridad, mientras el turismo, principal motor de la región, quedaba en entredicho.
Sin embargo, como en las mejores historias de resiliencia, Tulum se niega a morir. Hoy, el municipio enfrenta una nueva batalla, pero esta vez tiene al frente a una mujer que sabe cómo enfrentar las crisis: Mara Lezama, la primera gobernadora de Quintana Roo, quien ha demostrado que su liderazgo no es discurso sino acción.
Su llegada a Tulum, acompañada de la secretaria de Turismo Josefina Rodríguez, del senador Eugenio “Gino” Segura —voz firme en el Senado para defender al Caribe mexicano— y del edil Diego Castañón, envió un mensaje contundente: Tulum es prioridad, y no habrá marcha atrás.
El recorrido por el Parque del Jaguar, los accesos a la playa y el diálogo con empresarios y actores locales no fueron simples actos protocolarios. Fueron señales claras de que el rumbo ha cambiado. Bajo la batuta de Mara Lezama, con la coordinación de Segura y la colaboración de Castañón, se marcan nuevas directrices para devolverle al noveno municipio el brillo que le pertenece.
Aquí no hay espacio para filias, fobias ni mezquindades: el llamado es a la integración y a la inclusión, a ver únicamente el “cómo sí” para avanzar.
Tulum, el destino más instagrameable de México, que muchos intentaron desacreditar y otros convirtieron en terreno de disputa, hoy tiene la oportunidad de recuperar su esplendor.
La llegada del Ejército al aeropuerto Felipe Carrillo Puerto, el ordenamiento del Parque del Jaguar y el rescate de los accesos a la playa son piezas clave en este tablero. El liderazgo de Mara Lezama se siente, se refleja y, sobre todo, se traduce en acciones.
La página negra del pasado quedó escrita con letras de rapiña y corrupción. Pero la nueva hoja comienza a trazarse con visión, fortaleza y trabajo conjunto. El mensaje es claro: Tulum volverá a brillar, porque así lo exige su gente, lo demanda su historia y lo impulsa una gobernadora que no le teme a las tormentas.
Quintana Roo: un corazón que late con solidaridad
Hay momentos en que la grandeza de un pueblo se mide no por lo que tiene, sino por lo que comparte. Hoy, en medio de la adversidad que enfrentan familias de Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí tras las devastadoras inundaciones, Quintana Roo vuelve a demostrar que su verdadero tesoro no está en sus playas turquesa, sino en la nobleza y el espíritu solidario de su gente.
En el centro de esta gran cadena de ayuda, late el corazón de Verónica Lezama Espinosa, presidenta honoraria del DIF Quintana Roo, quien con amor, entrega y empatía se ha convertido en la voz que alienta y convoca a miles de ciudadanos a extender la mano. No lo hace sola: lo hace inspirada y respaldada por la gobernadora Mara Lezama, quien ha dejado claro que el servicio público no se trata de cargos, sino de corazones dispuestos a servir.
El DIF Quintana Roo se ha transformado en el puente de confianza entre quienes hoy sufren y quienes desean ayudar. Con la instalación de 15 centros de acopio en todo el estado, se abrió una puerta para que cada quintanarroense pueda aportar un granito de esperanza. Y la respuesta no se hizo esperar: familias, jóvenes, empresas y asociaciones civiles se han sumado con alimentos, agua, productos de limpieza y artículos de primera necesidad.
Cada caja, cada botella de agua, cada bolsa de arroz que llega a los centros de acopio, lleva impreso el mensaje de que Quintana Roo no se queda indiferente ante el dolor ajeno. Como bien expresó Verónica Lezama: “Cada donación representa esperanza para quienes hoy más lo necesitan”.
Este gesto no es aislado: es la manifestación viva de un Gobierno Humanista con corazón feminista, como lo ha definido la gobernadora Mara Lezama, que promueve la unión, la empatía y el compromiso con quienes más requieren de apoyo. En palabras suyas: “Cuando un pueblo se une, nada lo detiene”.
Hoy, Quintana Roo se muestra al mundo no solo como un paraíso turístico, sino como un ejemplo de unión y generosidad. Verónica Lezama, con su calidez humana, ha logrado movilizar la energía altruista de todo un estado, demostrando que ayudar no solo transforma la vida de quien recibe, sino también engrandece a quien da.
Porque al final, la solidaridad es eso: un corazón que late más fuerte cuando late junto a otros corazones. Y en Quintana Roo, gracias a la confianza en el DIF y en su presidenta, ese latido se ha convertido en esperanza, en fuerza y en amor al prójimo.