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Mara Lezama y el antes y después de la política en Quintana Roo

Por Joaquín Quiroz

Quintana Roo llegó a los 51 años de vida como entidad federativa, joven aún en la historia nacional, pero con la madurez suficiente para reconocer momentos que marcarán su rumbo por siempre. 

Y en el devenir de estas cinco décadas, hay un hecho que trasciende más allá de las administraciones, de los cambios de partido, de las coyunturas políticas: la llegada de Mara Lezama Espinosa a la gubernatura.

Ese 25 de septiembre de 2022 se reescribió la historia de Quintana Roo. Por primera vez, una mujer levantaba la mano y protestaba como gobernadora constitucional. No fue un acto aislado, ni una anécdota de calendario. Fue el inicio de una transformación profunda que ha quedado tatuada en las páginas de nuestra vida política: la verdadera integración de las mujeres al poder.

Durante décadas, el tablero político del estado fue un espacio reservado para los varones. De hecho, ni siquiera en la conformación del Congreso Constituyente de 1974 hubo mujeres, solo hombres redactando la primera carta magna del naciente estado. Y aunque poco a poco algunas mujeres lograron ocupar diputaciones, suplencias senatoriales o alcaldías, siempre fueron excepciones a la regla.

Quintana Roo se desenvolvía en un escenario político dominado por los mismos apellidos, las mismas fórmulas y el mismo molde: la política como coto masculino.

Pero la llegada de Mara cambió el paradigma. Su arribo no fue simbólico ni decorativo. Abrió la puerta y detrás de ella entró la ola femenina. Hoy vemos diputadas locales conformando mayorías, presidentas municipales gobernando con decisión, magistradas federales y locales marcando jurisprudencia, senadoras y diputadas federales defendiendo las causas quintanarroenses en el Congreso de la Unión. Y todo eso tiene un punto de partida claro: Mara Lezama.

En la sesión solemne por el 51 aniversario de la creación del estado, celebrada en el Congreso local, se recordó aquel decreto signado por Luis Echeverría en 1974 que dio vida a Quintana Roo. Ahí, junto a los dignatarios mayas, hubo también presencia femenina, con mujeres mayas dignatarias ocupando la primera fila como símbolo de que la inclusión ya no es discurso, es realidad.

Ese es el legado de Mara: que en Quintana Roo ya no se conciba la política sin mujeres. Que las niñas vean en la primera magistratura un espejo y no un límite. Que el ejemplo de una gobernadora se convierta en plataforma para que todas lleguen y que, como dice la propia Mara, el cielo sea el límite.

Hoy la política se cuenta y se ejerce distinto. No se trata solo de equidad en el papel, sino de verdadera paridad en la práctica. Quintana Roo ya no es un estado en el que se discuta si una mujer puede o no gobernar; ahora es una tierra que se construye día con día con mujeres al frente.

A medio siglo de su creación, Quintana Roo atraviesa un momento histórico: el poder ya no es exclusivo de los hombres. Y esa conquista no se entiende sin la llegada de Mara Lezama. Porque su triunfo no fue individual: fue la llave que abrió puertas para todas.

La política quintanarroense hoy tiene rostro de mujer. Y ese es un cambio que llegó para quedarse, porque cuando una entra, todas entran. Y cuando una gobierna, todas gobiernan.

Ese será, sin duda, el sello más luminoso en la historia de Mara Lezama: haber cambiado para siempre la narrativa de Quintana Roo, escribiéndola en letras doradas con una palabra que no se borrará jamás: mujer empoderada.

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