*Mientras en la geografía política del norte los reflectores se pelean, en el sur de Quintana Roo se empieza a cocinar, a fuego lento, una interesante sucesión por el poder municipal y federal
Por Joaquín Quiroz Cervantes
Y en el estreno de este nuevo mes, con el calendario marcando que apenas restan cuatro meses para que concluya el 2025, la grilla se intensifica como si el reloj político no tuviera ya clemencia.
La nación entra en modo “futureo”, ese arte tan mexicano de acomodar piezas antes de que el tablero esté listo. Y mientras muchos creen estar jugando ajedrez, Claudia Sheinbaum está practicando neurocirugía política.
Con precisión milimétrica, la presidenta no sólo gobierna, sino que teje acuerdos y filtra lealtades como quien escoge hilo de seda entre telarañas viejas. Que no se hagan bolas: la mandataria está delineando su segundo piso, y para ello, no tiene problema en acordar hasta con Donald Trump si es necesario –sí, con ese mismo que antes era el “innombrable naranja”–.
Pero lo más interesante está en lo que no se dice, en lo que deja de pesar. La herencia maldita del obradorato, esa que se creía inamovible, ya empieza a oler a cartón mojado.
Esos que juraban y perjuraban que gobernarían con Claudia como si fueran “doble cabina”, están viendo diluir su poder como tinta barata en lluvia. Hijos, hermanos, primos, compadres, amiguitos de rancho y hasta los cuates de la mañanera, hoy apenas y figuran como sombras mal impresas en el retrato de la 4T. López fue uno. Sus parientes, otro cantar. Y desafinado.
El gran padrino de lo obsoleto –ese que todavía se pasea con aires de cacique de la era del frijol con gorgojo– anda más preocupado en justificar sus excesos que en construir algo que valga la pena.
Su agenda hoy es más de nostalgia que de futuro. Y en esa narrativa decadente, su títere viajero, el sobrino VIP, cada vez parece más un turista de sí mismo. Al paso que va, lo veremos pronto vendiendo anécdotas en conferencias motivacionales. Spoiler: nadie las comprará.
En Quintana Roo, la carrera por la grande –esa que en 2027 definirá al próximo gobernador o gobernadora– ya comenzó, aunque algunos apenas lo están notando.
Si el boleto fuera para un hombre, no hay que darle muchas vueltas: todo pareciera que el senador será gobernador, ese hábil político que va a la segura y todo lo camina, parece tenerlo reservado a su nombre. El respaldo federal, lo mismo el estatal, parte fundamental del marsmo la operación política y la disciplina lo tienen como el gran favorito.
Pero si la jugada es con sello de mujer, el panorama también es clarísimo. Una alcaldesa ya tiene medio boleto ganado: la más votada del estado, con resultados contundentes, liderazgo probado y una operación política que no improvisa. Ella, que gobierna la joya de la corona turística, es una carta que nadie puede ignorar, y que muchos ya dan como natural heredera del proyecto transformador, si la pieza es femenina.
En segundo sitio, la recién llegada al gobierno del segundo municipio más importante de la entidad tampoco canta mal las rancheras. Ha venido tejiendo fino, demostrando carácter y ampliando sus alianzas. No se distrae, no se desgasta, y su constancia ya la tiene en el radar como una opción real.
Fuera de estas tres cartas –una nacional y dos locales– no hay nada serio.
Solo suspiros, grupitos de café y figuras que creen que por ser contemporáneos del Peje, intímos o paisanos de Adán Augusto, o por haber tomado café en La Chingada, ya tienen derecho de piso en la sucesión.
Esos que por ser “el tío de”, “el primo de”, “el camarada de”, creen que los reflectores les tocan por herencia, no por mérito. Vaya que les urge un baño de realidad y humildad. Porque la política, señores, no es árbol genealógico, es resultado y presencia.
Así que como diría el evangelio político: “El que tenga ojos, que vea; el que tenga oídos, que escuche”. Porque el 2027 se cocina desde hoy, y los ingredientes ya están sobre la mesa. Lo demás, puro humo… y de ese que ya no convence ni al más ingenuo.
La baraja sureña y el ajedrez de la transformación
Y mientras en la geografía política del norte los reflectores se pelean entre selfies, influencias e inyecciones de ego, en el sur de Quintana Roo se empieza a cocinar, a fuego lento, pero con sazón morenista, una interesante sucesión por el poder municipal y federal.
La ampliación del Distrito 02 federal, que ahora abraza no solo a Othón P. Blanco, Bacalar, José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, sino también a Tulum, ha movido piezas y voluntades.
Hoy, aunque en el papel la diputación la ostenta la chetumaleña Elda Xix Euán, en los hechos quien despacha –o más bien se ausenta– es una cancunense con el sur en el olvido y la brújula perdida. La representación sureña se diluyó en compromisos nacionales y acuerdos de cúpula.
Por eso no es casual que comience a sonar con fuerza el nombre del presidente municipal de Tulum, Diego Castañón Trejo, quien ha venido tejiendo con paciencia acuerdos regionales, no solo con visión tulumnense sino como figura que articula el sur profundo.
Pero la película en Chetumal no se queda corta. La hoy secretaria de Educación, Elda Xix, pudiera dar el salto y regresar al ring, esta vez como aspirante natural a la presidencia municipal de Othón P. Blanco. Tiene carrera, estructura y oficio. No es novata, ni improvisada. Y si bien no arrastra multitudes, tampoco arrastra negativos.
En ese tenor, el nombre de Lilián Villanueva Chan, titular del Instituto de la Cultura, empieza a levantar cejas y encuestas. Mujer con formación, sensibilidad y una narrativa que conecta bien con los sectores más institucionales de la 4T. Otra figura a considerar es Abril Sabido Alcérreca, del DIF estatal, quien desde su trinchera ha hecho lo suyo con bajo perfil pero con resultados.
Y en el lado masculino de la boleta, empiezan a sonar los nombres de Nabile Eljure Terrazas, el versátil funcionario que ha pasado por diversas trincheras con eficacia y discreción; Ángel Rivero Palomo, académico y político de experiencia que podría representar una carta fuerte de cohesión; y Saulo Aguilar Barnés, diputado local con presencia y visión.
Lo interesante aquí no es solo la diversidad de perfiles, sino la riqueza de trayectorias: académicos, operadores, institucionales, todos con arraigo en la capital y con algo más que buenas intenciones: tienen estructura, tienen narrativa y, lo más importante, tienen el visto bueno del marismo.
Porque no hay que perder de vista que en Quintana Roo, hoy, la brújula política gira en torno a Mara Lezama, y en ese tablero, quien no entiende el juego, no mueve pieza. La sucesión en Othón P. Blanco no será un volado, ni un reparto por cuotas, sino un cálculo quirúrgico que garantice continuidad, cercanía con la gente y resultados.
Yensunni Martínez, la actual alcaldesa, está por concluir su ciclo. Sea cual sea su destino, el relevo ya se cocina. El menú está sobre la mesa y lo mejor: hay de dónde elegir.
Porque cuando en el sur se alinean los astros, y las voluntades se suman, la transformación se vuelve más que un discurso: se vuelve proyecto.
Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
Mi correo: quirozjoaquin@yahoo.com.mx. Sígueme en X @joaquinquirozc y Facebook porlalibrecolumna #Xlalibre #yotambiensoymalix #soyquintanaroo