Por Joaquín Quiroz
La Santa Sede ha aceptado la renuncia de Pedro Pablo Elizondo Cárdenas y ha nombrado a Salvador González Morales como II Obispo de esta joven pero estratégica diócesis del sureste mexicano, hecho dado a conocer oficialmente este 6 de diciembre de 2025.
Con este anuncio se cierra un largo capítulo y se abre otro. Pedro Pablo Elizondo deja el gobierno pastoral después de años de encabezar una Iglesia particular marcada por el crecimiento acelerado, los contrastes sociales y la compleja realidad de una región que combina paraíso turístico con retos muy concretos. A él le tocó acompañar el despegue de Cancún y la consolidación de la Riviera Maya como potencia turística mundial, con todo lo que eso implica para la pastoral, las vocaciones y la atención a comunidades que cambian de rostro casi todos los días.
Ahora el timón pasa a manos de Salvador González Morales, un obispo con sólida formación intelectual y amplia experiencia en la vida eclesial de la capital del país. Nacido en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1971, primero se formó como ingeniero en alimentos en el Instituto Politécnico Nacional, de 1989 a 1993. Después, la vocación lo llevó de lleno al camino sacerdotal: realizó estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia de México, donde obtuvo el Bachillerato en Filosofía en 1997 y en Teología en 2001.
Profundizó en filosofía sistemática en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, entre 2002 y 2004, y obtuvo la Licenciatura en Filosofía en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos en 2005. No se trata, pues, de un recién llegado: detrás del nuevo obispo hay años de estudio, reflexión y magisterio. Ha sido secretario general del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, prefecto de disciplina del Seminario Conciliar de México, profesor de Filosofía en la Universidad Católica Lumen Gentium y vicerrector del propio Seminario Conciliar.
En 2019 fue ordenado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, colaborando muy de cerca en el gobierno pastoral de una de las Iglesias locales más grandes del mundo. Se desempeñó como vicario general y moderador de la Curia del Arzobispado de México, además de asumir responsabilidades en la Conferencia del Episcopado Mexicano: participó en el Consejo Permanente por la Provincia de México y estuvo al frente de la Dimensión Episcopal de Enlace con la Universidad Pontificia de México. Es decir, llega a Cancún-Chetumal alguien que conoce de organización, de formación y de trabajo en equipo.
Para la diócesis, el nombramiento del II Obispo no es un mero relevo administrativo. Es una oportunidad para releer la realidad local con ojos nuevos: una Iglesia extendida desde las playas de Cancún y la Riviera Maya hasta las comunidades mayas del sur, pasando por Chetumal y la franja fronteriza. Una región donde conviven trabajadores del turismo, migrantes, pueblos originarios, empresarios, jóvenes que buscan oportunidades y familias que todos los días luchan por salir adelante.
Al nuevo obispo le esperan desafíos de alto calibre.
La propia Diócesis de Cancún-Chetumal ha señalado en su comunicado que “nos unimos en acción de gracias y oración por el ministerio episcopal que inicia al frente de nuestra Diócesis”. Es una invitación clara: no se trata solo de ver pasar el nombramiento como una nota más en redes sociales, sino de asumirlo como comunidad.
En un tiempo donde abundan los mensajes efímeros y los liderazgos de temporada, el relevo episcopal en Cancún-Chetumal nos recuerda que también aquí, en esta esquina del Caribe mexicano, se escribe historia de largo aliento. A partir de hoy, Salvador González Morales tendrá en sus manos a una de las diócesis más dinámicas del país, un joven prelado que llega al Caribe mexicano, a una interesante región eclesiástica.




