Por Joaquín Quiroz
A nada de concluir este 2025, el tablero político de Quintana Roo se muestra con una claridad pocas veces vista en la historia reciente del Estado: el proyecto transformador encabezado por la gobernadora Mara Lezama Espinosa no solo ha consolidado su estructura territorial y política, sino que ha logrado una cohesión interna que perfila al llamado Marismo como la fuerza dominante rumbo a 2027.
Lo que en un principio se pensó sería una pugna entre grupos o liderazgos locales, hoy se ha convertido en una orquestación fina de unidad y continuidad, con un nombre que suena fuerte y claro para encabezar la siguiente etapa: Eugenio “Gino” Segura Vázquez.
Desde el Senado, Gino Segura ha sido uno de los principales arquitectos de la consolidación de la 4T en Quintana Roo. Su gestión combina técnica, sensibilidad política y cercanía con los principios de la gobernadora Mara Lezama, con quien ha construido un trabajo conjunto y coordinado.
No es casualidad que, en las mediciones nacionales y locales, su nombre encabece las preferencias para la candidatura al Gobierno del Estado por MORENA, con una ventaja sólida y sostenida.
El marismo, en su versión más depurada, representa eficiencia gubernamental, visión social y resultados medibles, características que se han convertido en sello de esta administración.
En ese escenario, Gino Segura encarna la continuidad del proyecto transformador con un enfoque técnico y ciudadano, pero profundamente humanista, alineado con la filosofía de “Gobernar con el corazón”.
La ecuación política que se avecina para el cercano 2026 de mediciones y encuestas es clara: unidad, orden y estrategia. Mientras otras entidades padecen fracturas internas y divisiones, en Quintana Roo todo apunta a un cierre de filas.
Las figuras más visibles —diputadas, senadores, alcaldes y secretarios— se mantienen alineadas al liderazgo de Mara Lezama y al proyecto que representa Gino Segura.
En la capital del Estado, Ángel Rivero Palomo y Nabile Eljure Terrazas se perfilan como cartas fuertes para la presidencia municipal de Othón P. Blanco, mostrando que la línea marista se mantiene sólida en el sur.
En Bacalar, Oneida Cuxin Irigoyen emerge como una figura de consenso, mientras que en José María Morelos, Mijail Flota representa el relevo generacional.
El norte no es distinto. Verónica Lezama Espinosa suena con fuerza en Benito Juárez como la carta natural de la continuidad y la confianza, mientras que en Cozumel, el liderazgo de Renán Sánchez Tajonar se mantiene intacto, y en Playa del Carmen, Cristina Torres Gómez refuerza la estructura política con un amplio reconocimiento ciudadano, estos dos últimos casos en la situación que no exista reelección de los actuales ediles lo mismo en Lázaro Cárdenas, donde Ysmael Moguel Canto “Mayito” está preparado.
Todo apunta a que en Tulum, Euterpe Gutiérrez Valasis podría encabezar una fórmula de unidad, mientras que en Puerto Morelos, Carlo Fonseca León sigue consolidándose como figura de peso político y social.
En Isla Mujeres, los nombres de Flavio Carlos Rosado y Juan Carrillo Soberanis suenan con fuerza como exponentes de una estructura cohesionada y funcional.
La elección de 2027 será crucial no solo por la definición de ayuntamientos y diputaciones locales, sino también por las cuatro diputaciones federales que marcarán la ruta.
En este tablero, los nombres de Ana Patricia Peralta, Estefanía Mercado, Diego Castañón , Eric Arcila, Jorge Sanén figuran como cartas estratégicas que complementarán el equilibrio territorial del proyecto marista.
El mensaje es contundente: no hay improvisación, hay planeación. Todo está dispuesto para que el 2026 sea el año del afianzamiento del modelo de gobierno que encabeza Mara Lezama, con Gino Segura como el rostro de la continuidad, la capacidad y la estabilidad política que Quintana Roo necesita.
En la agonía de este 2025, el ambiente político se siente vivo, expectante. Pero no hay dudas sobre el eje que articula la conversación pública: el marismo se consolida como la fuerza política dominante.
Y en ese movimiento de orden, estrategia y sensibilidad, el nombre de Eugenio Segura no solo resuena… se posiciona como el inevitable próximo capítulo de la historia política de Quintana Roo.
Solidaridad con el compañero y amigo Javier Chávez: la voz no se silencia con textos.
En un tiempo donde la libertad de expresión debería celebrarse y no perseguirse, hoy manifestamos nuestro absoluto respaldo al periodista Javier Chávez Ataxca, profesional respetado y comunicador íntegro, ante este intento de intimidación disfrazado de formalismo jurídico.
El derecho de réplica es una herramienta noble cuando se usa con respeto y equilibrio; sin embargo, se desvirtúa cuando se convierte en un instrumento para coartar la crítica y presionar a quien ejerce su deber de informar y opinar. No se puede pretender que la opinión sea delito ni que la verdad periodística se someta al miedo o a la amenaza de escritorio.
La pluma de un periodista no se corrige con intimidaciones ni con oficios extensos revestidos de aparente legalidad. Se debate con ideas, se confronta con argumentos, no con advertencias. En esta era donde algunos usan los tribunales y las redes sociales como trincheras, asesorados por voces mezquinas que buscan desviar la atención de los hechos reales, resulta urgente defender el ejercicio libre del pensamiento crítico.
Javier Chávez Ataxca ha sido, es y seguirá siendo un comunicador honesto, frontal y valiente. Su compromiso con la verdad no se doblega ante presiones ni disfrazadas de réplica ni envueltas en tecnicismos. Quien se sienta agraviado, que acuda a los tribunales, que construya su defensa con pruebas y argumentos, pero que no confunda la ventanilla: la libertad de prensa no se litiga, se respeta.
Ya estuvo bueno de pretender acallar con pretextos lo que no se puede refutar con hechos. Que quede claro: el peor enemigo de los sordos es el tartamudo de la conciencia, y en este caso la conciencia periodística habla fuerte, clara y sin titubeos.
El pronunciamiento surge luego de que una mujer, inconforme con una resolución judicial que no le fue favorable en primera instancia, decidiera dirigir sus reclamos no hacia las autoridades competentes que resolvieron el asunto, sino hacia la prensa que informó sobre el caso.
La aludida, en lugar de seguir los cauces institucionales para impugnar el fallo mediante los recursos legales disponibles, optó por intentar silenciar al periodista Javier Chávez Ataxca, enviándole un oficio de “derecho de réplica” con un tono más cercano a la intimidación que al legítimo ejercicio de réplica previsto por la ley.
El hecho reviste particular gravedad, porque no se trata de una persona afectada por una mentira o difamación, sino de alguien que, inconforme con una decisión judicial, busca en el periodismo un chivo expiatorio para canalizar su frustración. En otras palabras, se pretende convertir al mensajero en culpable del mensaje, confundiendo la función de informar con la de juzgar.
El oficio, redactado con aparente formalismo jurídico, carece de sustento en hechos falsos o agravios reales y se percibe como un intento de amedrentar y condicionar la libertad de expresión, práctica lamentablemente recurrente entre quienes no toleran la crítica o la exposición pública de temas que les incomodan.
En este caso, Javier Chávez no hizo más que cumplir con su deber periodístico: informar, analizar y emitir una opinión sustentada sobre un asunto de interés público. La respuesta que recibió no fue un argumento ni una aclaración, sino una especie de advertencia velada, revestida de legalidad, que pretende inhibir el debate y limitar la libertad de prensa.
Por ello, nuestra absoluta solidaridad con el comunicador, recordando que el derecho de réplica no es un instrumento para silenciar la crítica, sino para enriquecerla con más información.
Una inconformidad jurídica se desvió hacia un terreno equivocado, donde la libertad de expresión se convirtió injustamente en blanco de una represalia personal. Ante ello, el mensaje es claro: la justicia se busca en los tribunales, no censurando a la prensa; las ideas se combaten con ideas, no con amenazas envueltas en canales digitales.




