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Fundadores de humo y nativismos trasnochados

Por Joaquín Quiroz Cervantes

Esa infortunada creencia que persiste en ciertos reductos de ignorancia política: pensar que el simple hecho de fundar algo —un partido, un grupo, un movimiento— otorga un pasaporte automático al reconocimiento y al mérito, más allá de resultados o capacidades probadas. Ese dogma absurdo es el alimento de egos inflados y mentes pequeñas. Es, ni más ni menos, una caricatura de lo que significa hacer política en serio.

El discurso de “yo fui el primero”, “yo estuve ahí desde el inicio” se ha convertido en comodín de muchos que confunden la foto inaugural con el certificado de competencia. Como si por el simple hecho de haber estado en la primera fila se ganara automáticamente la beca de eternos merecedores.

Ya lo vivimos en Quintana Roo con el nativismo: esa bandera hueca de “los de aquí contra los de afuera”. ¿Qué dejó? Nada más que pleitos absurdos y corrupción local maquillada de falso patriotismo.

Al rascar un poco, muchos de esos paladines de lo “puro” ni siquiera tenían las raíces tan profundas que presumían. Y peor aún, fueron ellos mismos quienes, al llegar al poder, usaron su terruño como caja registradora y el amor por la tierra quedó reducido a un eslogan vacío.

Hoy, ese mismo error lo repiten quienes, dentro de Morena, quieren levantar el estandarte de “los fundadores”. Como si fundar equivaliera a transformar, a servir, a dar resultados. Pero la realidad es que la tómbola y las rifas electorales convirtieron a muchos en diputados, regidores o dirigentes, y la mayoría pasó con más pena que gloria.

Ahí están los ejemplos: nombres como Juan Ortiz Vallejo, Patricia Palma, Laura Beristain, Reyna Durán, Ricardo Velasco, Alberto Batún o José Luis Pech, entre otros. Todos ellos con la medallita de “fundadores” de Morena, pero en términos prácticos, su paso dejó poco o nada que abonar. Ser pionero no garantiza vocación, compromiso ni resultados. Es, en el mejor de los casos, un recuerdo anecdótico, entiendase fundar no es transformar.

Y mientras algunos fundadores se regodean en su “derecho histórico” a reclamar espacios, la realidad los rebasa: el país no necesita reliquias vivientes ni próceres de saliva, sino operadores políticos eficaces, cuadros con visión y compromiso probado.

El contraste lo pone sobre la mesa la gobernadora Mara Lezama, quien jamás ha caído en la trampa de dividir por gentilicios ni por credenciales de fundador.

Su estilo ha sido la inclusión, la generosidad de sumar y de abrir puertas sin preguntar de dónde viene cada quien. Bajo la lógica de que lo que importa es la capacidad y la vocación, no los sellos de origen.

Su lema de “no dejar a nadie afuera, no dejar a nadie atrás” no se quedó en discurso. Lo ha materializado en la práctica, convocando a actores de distintos grupos, partidos y trayectorias, generando un piso parejo de oportunidades.

Ese mismo camino lo ha retomado Eugenio “Gino” Segura, que en su informe mostró oficio político al invitar a todos sin distinción. Porque la política de hoy demanda unidad y apertura, no pleitos de cantina sobre quién estuvo primero en la foto fundacional.

El país, y Quintana Roo en particular, no necesitan nuevos caudillos de la nostalgia, ni guardianes del acta constitutiva de Morena, ni nativistas de cantaleta barata. Necesitan gente que sume, que trabaje, que dé resultados tangibles.

El título de “fundador” o “pionero” no es mérito, es apenas un dato histórico. El verdadero mérito lo construyen la vocación, la capacidad, la honestidad y la entrega cotidiana. Y quien no lo entienda, que se quede rumiando en su rincón, porque la política no es para guardianes de recuerdos, sino para constructores de futuro.

“El Verde tiene timón y rumbo: Renán Sánchez Tajonar, operador de resultados”

Si hay un político que en los hechos ha demostrado que no necesita del pretexto, del amparo de otros o de la casualidad para crecer, ese es Renán Sánchez Tajonar. Mientras otros partidos se desgastan en pleitos internos, divisiones y simulaciones, el Verde en Quintana Roo tiene timón, rumbo y líder, y este se llama Renán.

El pasado fin de semana no fue un simple evento protocolario: fue la consagración política de Sánchez Tajonar. Con la dirigente nacional Karen Castrejón Trujillo dándole el espaldarazo y tomando protesta para el periodo 2025-2028, quedó claro que el Verde en Quintana Roo no solo crece, sino que se consolida como una fuerza real gracias a la disciplina, estrategia y visión de Renán.

El Verde ya no es el partido accesorio, el que solo prestaba su logotipo en elecciones. Hoy es una estructura viva que pasó de 11 mil a más de 70 mil afiliados, con presencia activa en los 11 municipios del estado. Y eso no fue obra de la casualidad: fue el resultado de un trabajo de campo, de organización y de liderazgo.

Sánchez Tajonar ha llevado al Verde a ser referente nacional, un caso que incluso en otros estados empiezan a mirar con envidia. Lo que en su momento parecía un partido testimonial, hoy es maquinaria política capaz de disputar espacios y sentarse en la mesa grande de las decisiones.

El estilo de Renán no es el del político de reflectores, es el del operador efectivo.

Su fortaleza está en el territorio, en la construcción de cuadros y en la disciplina de un partido que se mueve en una sola dirección. Y eso, en la política real, es más valioso que cualquier discurso.

En su mensaje, no solo refrendó su compromiso con la militancia, sino que trazó con claridad el rumbo: el Verde no descansa, el Verde no se achica, el Verde va por más. Y lo hará con resultados, con estructura y con estrategia.

Renán supo reconocer el liderazgo de la gobernadora Mara Lezama, cuya política humanista ha transformado a Quintana Roo y sacado a más de 177 mil personas de la pobreza. Y también refrendó su lealtad con la presidenta Claudia Sheinbaum, asegurando que el Verde será aliado sólido de la transformación.

En política, las alianzas son vitales, pero lo que le da fuerza al Verde en Quintana Roo es que no depende de otros: se apoya en ellos, sí, pero ya tiene pies propios para caminar. Y eso lo debe a Renán.

El mensaje fue contundente: el Verde está más vivo que nunca y bajo la batuta de Sánchez Tajonar buscará ser protagonista en la próxima gran contienda electoral.

Lo que antes parecía imposible —un Verde disputando alcaldías estratégicas, diputaciones clave o incluso aspiraciones mayores— hoy está en el radar.

Renán no solo dirige un partido, construye un proyecto político de largo aliento. Un proyecto donde él es el operador central y donde el Verde ya no es satélite, sino estrella con luz propia.

La política en Quintana Roo tiene claroscuros, pero una certeza:  Renán Sánchez ha demostrado ser un líder con temple, visión y resultados.

Quien no lo vea, simplemente no entiende cómo se está reconfigurando el tablero político en el estado.

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