*En el ajedrez político y de gestión municipal, no todos saben mover las piezas con la misma precisión y visión estratégica, como el edil de Tulum, Diego Castañón Trejo
Por Joaquín Quiroz Cervantes
Uno de los funcionarios que ha demostrado que sí se pueden hacer las cosas bien, que la voluntad política y la estrategia pueden más que el discurso hueco, es el Fiscal General de Justicia, Raciel López Salazar. Desde su llegada, ha marcado un antes y un después en la procuración de justicia en Quintana Roo, convirtiéndose en el contraste diametral con el oscuro y desastroso legado que dejó su antecesor, el poco célebre Óscar Montes de Oca.
Montes de Oca fue la viva estampa del “estilo” que caracterizó al entonces gobernador Carlos Joaquín González, alias “Chespirito”: corrupción, ineficacia, compadrazgo y podredumbre institucional.
Bajo su mando, la Fiscalía se convirtió en un nido de incompetencia, donde la impunidad era moneda corriente y la ley, un mero adorno. No olvidemos que este nefasto capítulo fue parte de una herencia maldita que se gestó desde 2016, cuando Carlos Joaquín y su camarilla de bandidos asumieron el poder y, con ellos, llegó la puerta giratoria para el crimen organizado.
Hasta antes de esa administración, Quintana Roo era un estado con incidentes delictivos aislados; la violencia extrema era un concepto ajeno. Todo cambió con el arribo del joaquinismo: ataques directos a instalaciones de la Fiscalía, desapariciones, ejecuciones y un clima de inseguridad nunca antes visto. Las cifras lo confirman: la inseguridad creció hasta un 800% durante su sexenio.
Para rematar, trajeron a “fuerza” a figuras como Jesús Alberto Capella, desechado en Morelos por su ineficacia, quien en Quintana Roo se convirtió en un personaje de excesos, lente oscuro y resultados nulos. Y como cereza del pastel, fiscales como Miguel Ángel Pech y el propio Montes de Oca se encargaron de destrozar lo poco que quedaba de institucionalidad.
Hoy, a casi dos años de distancia, las verdades incómodas salen a la luz. Pactos y acuerdos oscuros con el crimen organizado, como los que recientemente expuso el exsecretario de Gobierno Gabriel Mendicuti Loria, evidencian el nivel de descomposición que dejó “Chespirito”. Fue un sexenio en el que se entregó la plaza y se hipotecó la paz de las y los quintanarroenses.
Pero la historia no termina en tragedia. Con la llegada de Mara Lezama, el escenario comenzó a cambiar. El relevo de Montes de Oca por Raciel López no fue un simple movimiento administrativo: fue un golpe de timón, un acto de limpieza institucional y de recuperación del Estado de Derecho.
Raciel López llegó con un plan claro, mano firme y la certeza de que la seguridad no se recupera con discursos, sino con inteligencia, coordinación y estrategia. En estos meses, ha logrado articular un trabajo conjunto entre policías municipales, la Fiscalía, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y las fuerzas federales. El objetivo es uno: devolver la tranquilidad que el joaquinismo y sus cómplices arrebataron.
La diferencia es tangible: investigaciones más sólidas, operativos quirúrgicos, detenciones relevantes y, sobre todo, una clara voluntad de romper con el pasado de complicidad y simulación. El fiscal no se limita a reaccionar; anticipa, planea y ejecuta. Y lo hace con el respaldo pleno de una gobernadora que entiende que la seguridad es pilar de su administración y piedra angular para recomponer el tejido social.
Aún queda mucho por hacer —porque la herencia maldita fue profunda y extensa—pero por primera vez en mucho tiempo hay un rumbo. Quintana Roo empieza a escribir un nuevo capítulo en materia de procuración de justicia, uno donde la ley se aplica, la corrupción se combate y la impunidad deja de ser la regla.
En la historia reciente de este estado, quedará claro que hubo un antes y un después: el desastre joaquinista que entregó la plaza… y la etapa en que Raciel López y Mara Lezama comenzaron a recuperarla para su gente.
Diego Castañón Trejo: liderazgo que se siente y alianzas que trascienden
En el ajedrez político y de gestión municipal, no todos saben mover las piezas con la misma precisión y visión estratégica. Hay quienes llegan a sus cargos para administrar lo cotidiano, y hay quienes, como el edil de Tulum, Diego Castañón Trejo, entienden que el liderazgo se ejerce con hechos, cabildeo y resultados concretos.
Siguiendo la ruta trazada por la gobernadora Mara Lezama —quien ha demostrado que el trabajo coordinado es la fórmula para detonar desarrollo—, Castañón Trejo ha tomado la batuta para unir voluntades y construir puentes entre municipios, autoridades estatales y, algo que pocos se atreven a gestionar, el sector privado nacional.
Ahí está el ejemplo reciente: una reunión de alto calibre con Ricardo Martín Bringas, director general de Soriana, en la que no estuvo solo, sino acompañado por figuras clave como Blanca Merari Tziu (Puerto Morelos), Erik Borges Yam (José María Morelos) y José Alfredo “Chepe” Contreras Méndez (Bacalar). El objetivo no era menor: abrir la puerta para que productores del sur de Quintana Roo puedan colocar sus productos en los grandes escaparates comerciales del país, ampliando su mercado y garantizando un mejor precio por su esfuerzo.
Pero esta gestión no se queda en la foto. Castañón impulsa el Mercado de la Prosperidad Compartida, una estrategia que busca que los frutos del campo y el ingenio de los emprendedores locales lleguen directamente al consumidor, sin tantos intermediarios que encarecen y frenan el desarrollo. Es una visión que va más allá de Tulum: es un proyecto regional que apuesta por una economía más justa, incluyente y que dé oportunidades reales a la gente.
No se trata solo de discursos; se trata de resultados y de una capacidad para generar consensos que hoy lo colocan como un referente político entre sus homólogos. Con María Hernández (Felipe Carrillo Puerto), Yensunni Martínez (Othón P. Blanco) y el resto de los munícipes del sur, ha tendido un hilo de coordinación que fortalece a todos y que envía un mensaje claro: en Quintana Roo, el sur y el norte pueden avanzar juntos cuando hay voluntad y liderazgo.
Diego Castañón Trejo entiende que el desarrollo no es obra de un solo municipio, sino una suma de esfuerzos, y que para que la prosperidad sea real, debe construirse de manera colectiva. Con el respaldo de Mara Lezama y su sello personal de gestión, hoy no solo consolida el avance de Tulum, sino que teje alianzas estratégicas que están sentando las bases de un crecimiento económico compartido.
Así, en un escenario político donde las alianzas y el trabajo en equipo marcan la diferencia entre la trascendencia y el olvido, el edil tulumnense muestra que sabe jugar en las grandes ligas, con visión, mano firme y la capacidad de sumar voluntades por el bien de Quintana Roo.
Curva peligrosa…
La próxima llegada de Mi Gas Natural a Cancún, Playa del Carmen y Puerto Morelos marcará un paso importante hacia un modelo energético más eficiente, seguro y amigable con el medio ambiente. Este servicio permitirá a las familias y empresas contar con un suministro continuo y confiable, reduciendo costos en comparación con otros combustibles y mejorando la calidad de vida de la gente.
Al tratarse de una fuente de energía más limpia, el gas natural contribuye a disminuir las emisiones contaminantes, favoreciendo la salud pública y cuidando el entorno natural que caracteriza a la región. Además, su implementación abre la puerta a un desarrollo económico más competitivo y sostenible, impulsando sectores clave como el turismo, la hotelería y el comercio, con beneficios directos para la comunidad y el medio ambiente.
Y recuerden… esto es sólo para informad@s, si ustedes no estuvieran ahí leyendo yo no estaría aquí escribiendo, y si ser Malix el Huso Horario, el Whatsapp, el Facebook, X, la CFE, los troles y envidiosos nos lo permiten, nos leemos pronto, Dios mediante, pero que sea XLaLibre.
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