Por Joaquín Quiroz
Los movimientos en el gabinete de la gobernadora Mara Lezama comienzan a dar señales claras de consolidación política. Este fin de semana, desde la Oficina de la propia titular del Ejecutivo, se anunció el arribo de Eric Arcila Arjona como nuevo jefe de la Oficina de la Gobernadora, un cargo de cercanía y confianza, estratégico dentro del engranaje del poder.
Eric Arcila, joven cancunense, diputado local con licencia y que en la elección de 2024 se convirtió en el legislador más votado de Morena en Quintana Roo, no llega por casualidad. Su paso por la Comisión del Deporte lo colocó como un perfil que, lejos de discursos huecos, mostró resultados palpables. En un estado donde el deporte suele usarse como escaparate político, Arcila supo darle rumbo, estructura y respuestas a los sectores que confiaron en él.
Arcila no solo es un político joven y con oficio, es también parte de esa generación marista que hoy protagoniza la transformación en Quintana Roo. La gobernadora Mara Lezama ha tejido a lo largo de estos tres años un círculo de lealtades cimentado en el compromiso y la cercanía con la gente. En ese marco, la integración de Eric Arcila a su primer círculo responde a la lógica de sumar perfiles probados en resultados, pero también formados en la filosofía de unidad, entrega y trabajo en territorio que caracteriza al marismo.
Su nombramiento envía un mensaje nítido: Mara Lezama fortalece su equipo con gente de casa, con quintanarroenses que entienden la realidad de Cancún, de la zona norte y del estado entero. Arcila no es improvisado; es el relevo natural de una generación que entiende que el servicio público es un camino de cercanía, de escucha, de trabajo y de resultados.
El movimiento también deja entrever que en los próximos meses podrían venir más ajustes en el gabinete, en un contexto donde la segunda mitad del gobierno es decisiva para consolidar la Cuarta Transformación en Quintana Roo. Poner a Arcila al frente de la Oficina de la Gobernadora es no solo reconocer su trayectoria, sino también proyectar un relevo generacional que poco a poco va ocupando posiciones clave.
El marismo se fortalece con este tipo de nombramientos. No es un simple enroque burocrático, es una señal de que el proyecto de Mara Lezama piensa en el futuro inmediato: consolidar su gobierno y al mismo tiempo preparar a quienes habrán de dar continuidad a esta visión de bienestar y desarrollo para todas y todos.
En la política, como en la vida, los símbolos cuentan, y este nombramiento es uno de esos símbolos que pesan: juventud, lealtad, resultados y sobre todo identidad marista.